Los solteros del Sixtie’s, arrastrándose entre espinas
No se trata de hallar, en una noche venturosa, al príncipe azul: éste puede estar casado o ser, simplemente, una mala persona… Y ellas también tienen sus oscuridades. Como en todo, hay que andarse con cuidado. Luego de una mala experiencia, a veces le reclaman a Claudia Pérez-Sauceda —la soltera anfitriona de los “miércoles de solteros” del Sixtie’s—, por haber provocado la reunión, pero ella no es ministerio público para dar fe del estado civil de nadie ni tampoco es adivina para saber que del encuentro saldrán más ratos malos que buenos. De todos modos, tanto a unos como a las otras lo bailado nadie se los quita y es cosa de ellos el que anden por la vida, como dice el tango, “arrastrándose entre espinas/ en afán de dar su amor”.
La inocencia a una edad madura tiene el riego de convertirse en estolidez.
Nací para estar vivo
Van a dar las diez de la noche del miércoles anterior al Grito. Uno de los grupos musicales está por concluir su participación y en unos segundos se abrirá la pista de baile. Claudia, una mujer guapa de 35 años de edad que lleva un lustro organizando estos avatares del miércoles, mira el paisaje de solteros y solteras para empezar a planear los posibles enlaces. Su labor, una vez que se enciendan las luces discotequeras y arranque la música, consiste en ir con un galán y preguntarle si quiere bailar. Ella extiende la mano y acaso se crea la ilusión de que la misma Claudia será la pareja soñada… pero no. Así, de la mano, lleva al hombre hacia otra mesa y lo presenta a una chica que con movimientos de cabeza y manos sigue los ritmos de la noche y está ansiosa por mostrar sus dotes dancísticas.
La chica, claro, resulta algo mayor. Y el chico también. El lugar se llama Sixtie’s en homenaje a una década; pero también coincide que en esos miércoles de solteras y solteros esa puede ser la edad promedio de los concurrentes. O van hacia allá o ya rebasaron ese límite. Uno de los grupos actuantes se llama Décadas, otra referencia al paso del tiempo. Pese a todo, el alma aún vibra al son de los tambores. A fin de cuentas, nacieron para estar vivos: “Born, born, born to be alive”.
Toca mi campana
El concepto tuvo tanto éxito que se creó un grupo regular, lo que beneficia al sitio pero quizá no a quienes buscan su media naranja. Hay quien lleva ocho años asistiendo y sólo ha obtenido desazones. Entre los regulares ha sucedido de todo: se han amado y desamado, se quisieron alguna vez y ahora se odian, son como una familia disfuncional que pasa por malestares tan necesarios como las alegrías. Entre esos sentimientos extremos está la noche que los alegra, esa cita con el destino o el desatino, la música de esos otros tiempos que fueron sus tiempos y el movimiento de unos cuerpos a los que en algún momento, el día menos pensado, les fallará la sincronía: no podrán pedir entonces que alguien toque su campana, “ring my bell, my bell”.
Entre las muchas anécdotas de los miércoles de solteros, ha ocurrido el encuentro de matrimonios: cada uno por su cuenta cayó en el mismo lugar y con similares intenciones. O a la esposa alguien le pasó el tip de que su pareja se disfrazaba de soltero, fue a buscarlo y lo cachó en pleno romance, en plena conquista. O le han reclamado a la anfitriona que la mujer que le presentó ese otro miércoles terminó robándole el pago de la renta. O la que se va con uno que sabe casado y termina por chantajearlo… Amor y deseo: “Love and desire, love and desire”…
Habría que colocar en el Sixtie’s un letrero que diga lo siguiente: “La empresa no se hace responsable por la felicidad de los solteros que nos acompañan”.
El amor está en el aire
En el rito, Claudia Pérez-Sauceda representa el arduo papel de animadora, enlace o Cupido. Como si fuera una enfermedad laboral, ella misma es soltera. “Aquí se trata de conseguir una pareja para bailar, para pasársela bien, para divertirse”, explica. “No nos comprometemos a más nada.”
—¿Te han reclamado?
—Sí, me han reclamado. A las mujeres les decimos que mientras estén aquí pueden sentirse seguras, que cualquier situación incómoda me la comuniquen. Lo importante es que se sientan bien, se sientan seguras y se diviertan, pero ya afuera… En mi experiencia, lo más difícil no es tener dinero o una casa o un coche o una carrera, lo más difícil es tener una relación, lo más difícil es conseguir pareja.
—¿Ves mucha soledad?
—Sí, más en las mujeres y los hombres que están casados y vienen para sentirse solteros. Se confiesan conmigo: “Mira, yo soy casado y vengo aquí para encontrar a alguien con quien platicar, para pasármela bien, divertirme”, que es lo que no tienen en su casa. Eso ocurre mucho, tanto en hombres como mujeres. Si algo he aprendido en estos años es que los seres humanos somos complejos, difíciles y contradictorios.
Una para ti, otra para mí
—¿Tú eres casado? —pregunta, en plan de confidencias, un vecino de mesa.
—Sí, claro.
—Yo también.
Asegura que su matrimonio iba mal hasta que empezó a frecuentar el Sixtie’s. Desde entonces las cosas cambiaron en casa, mejoró notablemente la relación con su esposa, por lo que estar aquí, semana a semana, le genera a la vez que gusto cierto sentimiento de culpabilidad. Pide su botella de ron Bacardí, a la que le falta un cuarto para dar de sí y que lleva algunas semanas acompañándolo. Le ponen una marca con masking, se la guardan… Según su testimonio han pasado por sus brazos casi todas las mujeres de este clan de solteros; y en el recuento incluye a algunas meseras. Para él todas son “culos”.
—Y al culo —sentencia— hay que faltarle el respeto.
No las engaña, ellas entienden el juego, y aunque a veces le piden pasar un domingo juntos él sabe cuáles son sus prioridades.
—Lo más importante es la familia. Es lo que digo. Para ti también, ¿no es así? ¿O me equivoco?
En las bocinas, y a todo lo que da, se escucha: “Dance, dance, boogie wonderland. Dance, dance, boogie wonderland”. Los cuerpos se tocan. ¡Hay fuego en la pista!
Septiembre 2011
Etiquetas: Miércoles de solteros, Sixtie's
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