martes, noviembre 16, 2004

EL CONTINUO REGRESO A LOS BEATLES

La de los seguidores de los Beatles es una tribu noble. La base de los discos oficiales ha sido establecida en CD desde hace muchos años, pero se está siempre a la caza de lo nuevo... aunque esto sea lo antiguo con inciertas o notables mejoras técnicas o ligerísimas variantes y nuevas portadas.
Casi cualquier producto beatle tiene la garantía de un camino comercial próspero (como los tenis “edición especial John Lennon” que lanzó este año Converse), y hay incluso un mercado paralelo de grabaciones independientes o piratas con presentaciones en vivo y versiones alternas, acetatos viejos o reprensados, y memorabilia de todo tipo (playeras, calcetines, encendedores, vasos, calcetines, carteles, loncheras, relojes, muñecos...). Se realizan festivales en muchas ciudades del mundo, y numerosos grupos se dedican a tocar su repertorio con integrantes que usan los mismos modelos de instrumentos y se visten como John, George, Paul y Ringo (ya sea en su primera época, de traje oscuro y con el corte de cabello copiado de los existencialistas alemanes, o con los atuendos de la banda de los corazones solitarios del Sargento Pimienta), y así también pueden escucharse programas de radio dedicados exclusivamente a ellos. Hay farsantes, por supuesto, como un Geoffrey Giuliano que elabora productos de tercera categoría con un estilo “amarillo” (sin submarino) a lo Patty Chapoy.
Tal panorama sorprende cuando hablamos de un grupo que tuvo su vida pública en los años sesenta, y lanzó su último disco casi treinta y cinco años atrás. Una explicación es que los Beatles se volvieron una cultura. Se pensaría también que se trata de una franquicia rentable, pero sería ir demasiado lejos y terminaríamos por definir al cuarteto de Liverpool sólo en términos económicos, lo que no explica del todo un fenómeno sostenido esencialmente por los fanáticos.
Los años sesenta son acaso la infancia de los tiempos que corren. Por los cambios sociales y políticos que entonces se dieron, mucho de lo que sucede en la actualidad tiene su origen en esa década. En tal sentido, el regreso eterno a los Beatles es la vuelta a un pasado que no terminamos por comprender, y cuyo análisis puede ayudar a definir o redefinir este presente problemático. De ahí la obsesión por contar al detalle (mes por mes, año por año) la historia beatle. Ésta aparece en películas como Backbeat (Iain Softley, 1993), que se detiene en la época de Hamburgo; o en los cinco DVD’s de la Antología, y aun en caricaturas para niños: hay un capítulo de Los Simpson, el del cuarteto de peluquería de Homero (con un cameo de George Harrison), en donde se dibuja el itinerario completo; y hay otro similar de las Chicas Superpoderosas, cada uno con su Yoko Ono incluida.
Viviremos quizá una década en la que se repetirá constantemente la frase “cuarenta años atrás”. Este 2004, por ejemplo, la memoria viajó a 1964, cuando los Beatles realizaron en el mes de febrero su primer viaje a los Estados Unidos para actuar en vivo un par de veces en el espectáculo televisivo dominical de Ed Sullivan, aunque también dieron conciertos en el Carnegie Hall de Nueva York y en el Coliseum de Washington; y es el año en que fue estrenada su primera película, A Hard Day’s Night, entre otros sucedidos de esos largos meses. Es cuando la beatlemanía se volvió mundial, tal vez por contagio de la “locura americana”.
Ese febrero está contado en el documental The First U.S. Visit, y en la colección de los cuatro programas completos de Ed Sullivan que se recomienda sólo a los obsesivos, pues equivalen a torturarse de nuevo con cuatro horas de “Siempre en domingo”, con Raúl Velasco. Lo sustancial, en tal caso, viene en el DVD anterior. Está una evitable grabación del concierto en Washington (el 11 de febrero de ese 1964), que ni siquiera sirve como documento pues los productores lo interrumpen cada cuatro minutos con entrevistas realizadas a personajes marginales.
Y lo nuevo entre lo nuevo es la caja con los cuatro primeros álbumes que editó Capitol, los de 1964 precisamente, ya que en los Estados Unidos se siguió un orden distinto al de los originales británicos: ésta incluye Meet The Beatles, The Beatles’ Second Album, Something New y Beatles ’65. Se presenta como volumen uno, por lo que es de esperar otra caja similar con los otros cuatro discos de larga duración que siguieron, acaso The Early Beatles, Beatles VI , Rubber Soul y Yesterday and Today. Este último tuvo como portada original, luego retirada, una fotografía con muñecas descuartizadas y trozos de carne, protesta de Lennon por el desorden como armaban sus álbumes los estadounidenses, lo que se intentó corregir a partir de Revolver, me parece.
Tal anarquía es lanzada ahora mundialmente en una caja, con versiones completas en estéreo y monoaurales, por lo que cada álbum se escucha dos veces y el CD tiene en promedio 22 tracks y 50 minutos de duración. Hay quien dice que se ha llegado al punto en que al aficionado beatle se le da lo mismo pero revuelto, mas debe uno escuchar este paquete remasterizado para darse cuenta de cómo el cuarteto puede renovarse ad infinitum sin agotar a quien lo sigue. Además, la poderosa distorsión con la que arranca “I feel fine”, penúltima canción del Beatles ’65, es un anticipo de lo que vendría en el trayecto hacia el Sargento Pimienta y el Álbum blanco.

Noviembre 2004

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