martes, octubre 05, 2004

HITCHCOCK ENTRE FRUTAS Y VERDURAS

Resulta contrastante el que las películas de Alfred Hitchcock (1889-1980) sean ahora materia de exhibición y venta en supermercados cuando en otros tiempos se lamentaba que de algunas de sus cintas —las consideradas “mayores”, entre ellas La ventana indiscreta (1954) y Vértigo (1958)— no hubiera en el mundo copias disponibles. El especialista Robin Wood se quedaría pasmado al encontrarse, entre frutas y verduras, con La sombra de una duda (1943), La soga (1948) o El tercer tiro (1955), y compraría enseguida todo el paquete (junto con la leche, los cereales, las palomitas de maíz y otros artículos de primera necesidad) para llevárselo a casa y comenzar a estudiar los filmes.
A esta condición de oferta de temporada se ha llegado en parte porque le sobrevive al “maestro del suspenso” esa imagen bonachona de la apertura y el cierre de los programas de televisión por él producidos, y el juego de sus apariciones fugaces en muchos de sus filmes, pero en cuanto a una valoración crítica de su trabajo se sigue en los extremos: hay quienes lo miran como un mero creador de entretenimientos (y que pretenden abordar sus películas como si fueran simulacros de la montaña rusa); y otros que lo estiman como gran auteur.
Considérese que Hitchcock tiene 53 cintas, y que su camino como director se inicia en 1925, con El jardín de la alegría, y termina cinco décadas más tarde, con Trama macabra, de 1976: es decir, el desarrollo del cine como nuevo arte está resumido en esa obra. No acompañó a los otros cineastas sino que muchas veces se puso a la delantera. Aportó a la industria británica una profunidad de imagen aprendida de los estadounidenses y de los alemanes, pero también supo experimentar e inventar códigos narrativos que aún se emplean.
A las 14 cintas de la promoción en supermercados, en cajas de tonos gris y negro que circulan desde el 2001 y contenían, en principio, un folleto ahora ausente, se agregaron por lo menos cuatro de nuevo lanzamiento internacional en DVD: Sospecha (1941), Pánico en la escena (1950), Mi secreto me condena (1953) y Con M de muerte (1954). Éstas forman parte del paquete 2004 de la Warner “Alfred Hitchcock signature collection”, que incluye además de una edición especial de dos discos de Extraños en un tren (1951) y la ya conocida Intriga internacional (1959), otros tres largometrajes: Corresponsal extranjero (1940), Matrimonio original (1941) y El hombre equivocado (1956).
¿Llegará esto completo al supermercado en precio especial? No lo sabemos. Lo que resta aparecerá después, en tal caso, en las tiendas de videos. Se tendría, de ser así, con sus alturas y caídas, un panorama amplio de la etapa madura de Hitchcock en su travesía por Hollywood.
No todo será deslumbrante, por su puesto, pero incluso una película mala de Hitchcock es más digna de verse que muchas de las que se producen por estos días. Se percibirá que la industria cinematográfica ha seguido copiando a Hitchcock en cuanto a la técnica, pero no en su esencia de realizar filmes que soportan dobles o triples vistas (por trabajar a detalle lo que él llamaba el tapiz de la historia) ni en el cuidado absoluto del guión, que era su necesario punto de partida.
Entre lo nuevo está Sospecha, con Cary Grant y Joan Fontaine, en donde acaso no se resuelve satisfactoriamente el siguiente conflicto: cómo hacer que el héroe de la cinta se convierta en villano. Hitchcock no supo o no pudo, por la censura de la época o la vigilancia de los productores, dar el paso, y optó por una conclusión hasta cierto punto ambigua. Le sigue Pánico en la escena, en la que la pobre Jane Wyman palidece ante la belleza sofocante de Marlene Dietrich. Hitchcock juzgaba negativamente esta cinta por incluir un flashback mentiroso, del que se arrepintió apenas realizado el estreno.
En cuanto a I Confess hay que decir algo sobre su título, que en español ha sido (según las filmografías conocidas) Yo confieso o Mi secreto me condena, pero que circula ahora como Mi pecado me condena. ¿Cómo es que el secreto devino en franco pecado? Montgomery Clift interpreta al padre Michel Logan, sospechoso de asesinato y al que en el proceso judicial se le descubre como examante de una mujer casada. Por el tema es una de las cintas más personales del director, pues revela en ella ese catolicismo heredado de su raíz materna irlandesa.
Y la última, de las que están apareciendo en supermercados, es Con M de muerte, primera colaboración entre Hitchcock y Grace Kelly, cinta de espacios cerrados pero activos movimientos de cámara y con un uso sorprendente del color. Será de las pocas cintas realizadas en tercera dimensión en los años cincuenta que perduran, ya que antes que el truco se atendió a la trama.
El cine de Hitchcock ha sido en los últimos años objeto de exposiciones en museos importantes de Montreal y París, pero puede verse, sin que ello cause gran conflicto, también en tiendas de autoservicio. ¿Por qué no? El director británico cifró su carrera, precisamente, en esa dualidad entre el artista mórbido y el gran entretenedor.

Octubre 2004

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