SAMSA EN UN PESTAÑEO
¿De quién es, entonces, esa traducción de La metamorfosis por décadas atribuida a Jorge Luis Borges? Además de Losada, la española Alianza Editorial la incluye en su catálogo... ya sin el crédito del autor argentino. O mejor dicho: sin crédito alguno, como si esa versión castellana de la novela de Franz Kafka hubiera salido del limbo. ¿Quién la hizo? Por algunos giros expresivos, Borges presume que ha de ser de un español...
Hace unos años la revista Espéculo, de la Universidad Complutense de Madrid, registró una curiosísima polémica al respecto entre Cristina Pestaña Castro, especialista en filología alemana de la Universidad de Valladolid, y el escritor argentino Fernando Sorrentino (que publicó en 1974 un tomo de conversaciones con Borges). Acaso valga la pena reseñarla por lo que tiene la querella de kafkiano (en un sentido múltiple) y porque nos ayuda a entrever esos pasmosos laberintos de la academia donde todo es posible (incluso llamarse Gregorio), mas las conclusiones a las que se llegan no deben tomarse como definitivas.
El caso es que la licenciada Pestaña se acerca a varias versiones de La metamorfosis, y la de Borges le sirve para estudiar (en el número 7, noviembre 1997-febrero 1998, de Espéculo) esa dualidad del escritor como traductor, “cómo se entremezclarían en él la tarea de transmitir al castellano lo que Kafka hizo con el alemán y la aportación en la traducción de un estilo propio”. Un año después, en el mismo espacio (número 10, noviembre 1998-febrero 1999), Fernando Sorrentino le aclara que Borges nunca tradujo La metamorfosis.
Lo sorprendente es la reacción de doña Cristina: acepta la corrección, pero la toma como si hubiera venido de ella, y se da a la tarea de explicar (número 11, junio 1999) “todos los pasos que di hasta averiguar que, efectivamente, Borges no podía ser en modo alguno el traductor de Die Verwandlung”. Se siente acusada, y luego ella misma acusará, tirando a lo más alto.
Tiene a la vista dos traducciones: una, la de Losada, de 1938, con el crédito a Borges como prologuista y traductor; y la otra, de 1945, que apareció como tomo independiente de la editorial de la Revista de Occidente, en la colección “Novelas Extrañas”, y donde no se indica quién vertió la obra al español. Va a los archivos a cotejar esta última, y encuentra una anterior a ambas: del año 1925, publicada por primera vez en la Revista de Occidente (número 18/19), en Madrid. Pero las tres son la misma: empiezan y terminan igual (con algunas variantes mínimas en la edición argentina). En el camino, en alguna bibliografía equívoca, surge un nombre, Galo Sáez; luego se entera que así se llamaba una imprenta madrileña.
En los papeles que tenía a la mano la académica Pestaña, esa traducción de La metamorfosis aparecía tres veces (en impresos de 1925, 1938 y 1945), primero sin crédito, luego con el nombre de Borges, y otra vez sin crédito.
Buscó entonces doña Cristina a José Ortega, hijo de Ortega y Gasset y director de la Revista de Occidente y de la Editorial Revista de Occidente a partir de 1943, y le contó el caso. Éste le dijo que el posible traductor de la obra era una mujer, Margarita Nelken, cuya ficha básica es la siguiente: nació en 1896 y murió en 1968; hija de judíos alemanes emigrantes en España, fue una reconocida escritora y política. Tras la Guerra Civil Española, fue diputada socialista durante la II República, tuvo que emigrar a México, donde murió. También tradujo obras del inglés y del alemán, así como publicó trabajos referentes a la historia del arte... Pero nada confirma que Margarita Nelken tradujo La metamorfosis, sólo se dispone de un “podría ser”.
La académica no pestañea en armar la siguiente fantasía criminal (no digna, por ingenua, de la Historia universal de la infamia): Borges leyó esa traducción de 1925, la conservó y luego, “consciente de la caótica situación de la época, que conoce la pérdida de los archivos y el fin de la Revista de Occidente, se aprovecha de la situación” y la ofrece como suya a la editorial Losada, donde aparece en 1938 y en sucesivas reimpresiones. Doña Cristina Pestaña Castro acusa a Borges, pues, de plagio.
Tómese de quien viene: no se olvide que esta dama tuvo en las manos dos traducciones idénticas (de 38 y 45) y las analizó por años como si fueran diferentes. Hasta que la corrige Sorrentino y consigue ella una tercera versión (la de 25) se da cuenta que ha estado manejando un mismo original. Después toma el nombre de una imprenta como si fuera el dato del posible traductor (Galo Sáez), alguien le da otro informe, el de que quizá Margarita Nelken tradujo La metamorfosis y... Lo único cierto es que al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto.
Agosto 2004
¿De quién es, entonces, esa traducción de La metamorfosis por décadas atribuida a Jorge Luis Borges? Además de Losada, la española Alianza Editorial la incluye en su catálogo... ya sin el crédito del autor argentino. O mejor dicho: sin crédito alguno, como si esa versión castellana de la novela de Franz Kafka hubiera salido del limbo. ¿Quién la hizo? Por algunos giros expresivos, Borges presume que ha de ser de un español...
Hace unos años la revista Espéculo, de la Universidad Complutense de Madrid, registró una curiosísima polémica al respecto entre Cristina Pestaña Castro, especialista en filología alemana de la Universidad de Valladolid, y el escritor argentino Fernando Sorrentino (que publicó en 1974 un tomo de conversaciones con Borges). Acaso valga la pena reseñarla por lo que tiene la querella de kafkiano (en un sentido múltiple) y porque nos ayuda a entrever esos pasmosos laberintos de la academia donde todo es posible (incluso llamarse Gregorio), mas las conclusiones a las que se llegan no deben tomarse como definitivas.
El caso es que la licenciada Pestaña se acerca a varias versiones de La metamorfosis, y la de Borges le sirve para estudiar (en el número 7, noviembre 1997-febrero 1998, de Espéculo) esa dualidad del escritor como traductor, “cómo se entremezclarían en él la tarea de transmitir al castellano lo que Kafka hizo con el alemán y la aportación en la traducción de un estilo propio”. Un año después, en el mismo espacio (número 10, noviembre 1998-febrero 1999), Fernando Sorrentino le aclara que Borges nunca tradujo La metamorfosis.
Lo sorprendente es la reacción de doña Cristina: acepta la corrección, pero la toma como si hubiera venido de ella, y se da a la tarea de explicar (número 11, junio 1999) “todos los pasos que di hasta averiguar que, efectivamente, Borges no podía ser en modo alguno el traductor de Die Verwandlung”. Se siente acusada, y luego ella misma acusará, tirando a lo más alto.
Tiene a la vista dos traducciones: una, la de Losada, de 1938, con el crédito a Borges como prologuista y traductor; y la otra, de 1945, que apareció como tomo independiente de la editorial de la Revista de Occidente, en la colección “Novelas Extrañas”, y donde no se indica quién vertió la obra al español. Va a los archivos a cotejar esta última, y encuentra una anterior a ambas: del año 1925, publicada por primera vez en la Revista de Occidente (número 18/19), en Madrid. Pero las tres son la misma: empiezan y terminan igual (con algunas variantes mínimas en la edición argentina). En el camino, en alguna bibliografía equívoca, surge un nombre, Galo Sáez; luego se entera que así se llamaba una imprenta madrileña.
En los papeles que tenía a la mano la académica Pestaña, esa traducción de La metamorfosis aparecía tres veces (en impresos de 1925, 1938 y 1945), primero sin crédito, luego con el nombre de Borges, y otra vez sin crédito.
Buscó entonces doña Cristina a José Ortega, hijo de Ortega y Gasset y director de la Revista de Occidente y de la Editorial Revista de Occidente a partir de 1943, y le contó el caso. Éste le dijo que el posible traductor de la obra era una mujer, Margarita Nelken, cuya ficha básica es la siguiente: nació en 1896 y murió en 1968; hija de judíos alemanes emigrantes en España, fue una reconocida escritora y política. Tras la Guerra Civil Española, fue diputada socialista durante la II República, tuvo que emigrar a México, donde murió. También tradujo obras del inglés y del alemán, así como publicó trabajos referentes a la historia del arte... Pero nada confirma que Margarita Nelken tradujo La metamorfosis, sólo se dispone de un “podría ser”.
La académica no pestañea en armar la siguiente fantasía criminal (no digna, por ingenua, de la Historia universal de la infamia): Borges leyó esa traducción de 1925, la conservó y luego, “consciente de la caótica situación de la época, que conoce la pérdida de los archivos y el fin de la Revista de Occidente, se aprovecha de la situación” y la ofrece como suya a la editorial Losada, donde aparece en 1938 y en sucesivas reimpresiones. Doña Cristina Pestaña Castro acusa a Borges, pues, de plagio.
Tómese de quien viene: no se olvide que esta dama tuvo en las manos dos traducciones idénticas (de 38 y 45) y las analizó por años como si fueran diferentes. Hasta que la corrige Sorrentino y consigue ella una tercera versión (la de 25) se da cuenta que ha estado manejando un mismo original. Después toma el nombre de una imprenta como si fuera el dato del posible traductor (Galo Sáez), alguien le da otro informe, el de que quizá Margarita Nelken tradujo La metamorfosis y... Lo único cierto es que al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto.
Agosto 2004
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