lunes, abril 13, 2015


Fernando del Paso, el imperio de las letras

El discurso de Fernando del Paso en Mérida, al recibir el Premio José Emilio Pacheco el 7 de marzo, fue una suerte de prólogo en el camino hacia su cumpleaños número ochenta. La estación central será ese día, el 1 de abril, que recuerda su nacimiento en la Ciudad de México en 1935. Y luego vendrá el homenaje en Bellas Artes, el domingo 19, a donde el Fondo de Cultura Económica llevará José Trigo, su más reciente rescate, en un proceso que se realizó a la inversa de como se publicaron originalmente los libros, y que fue de Noticias del Imperio (editado por ese sello en 2012) y Palinuro de México (2013) a la primera novela del autor.
El cuerpo central, a la mano ahora en dignas ediciones, son esas tres grandes novelas (más un divertimento policiaco, Linda 67), aunque lo que les rodea y complementa también es amplio, entre poesía, teatro y ensayo, dibujo y pintura. No obstante, la apuesta mayor de Fernando del Paso, definió alguna vez el propio Pacheco, ha sido, a lo Joyce y Flaubert, “concentrar el esfuerzo de toda una vida en unos cuantos libros fundamentales”.

Del ferrocarril al tabique

Inicia Del Paso su carrera literaria en 1958 con el volumen Sonetos de lo diario, editado por Juan José Arreola en la colección Cuadernos del Unicornio. Al año siguiente, en la revista La palabra y el hombre (núm. 12, octubre-diciembre de 1959), publica un relato, “El estudiante y la reina”, y envía a Colombia, para El Espectador o El Tiempo de Bogotá, otro cuento, que es un texto perdido (o por recuperar), “La cama de piedra”. Una tercera narración corta, sobre los campos ferrocarrileros de Nonoalco-Tlatelolco, se transforma en novela, y aparecerá en 1966 en la naciente editorial Siglo XXI como primer título de una colección, La Creación Literaria.
Sobre la génesis de José Trigo ha dicho el autor: “Todo comenzó como un cuento, y más que nada fue una imagen la que a mí me despertó la idea de escribir algo situado en Tlatelolco. Yo vi a ese hombre largo, alto, delgado, desgarbado, con una cajita blanca al hombro, el ataúd de un niño, y atrás a una mujer embarazada y cortando girasoles, caminando ellos por unas vías abandonadas. Eso me pareció de una belleza tan deslumbrante que me bajé del autobús y los seguí. Luego frecuenté esos lugares, comencé a explorar los campamentos de ferrocarrileros. Me deslumbró primero su belleza física, porque no eran demasiado miserables, había mucha poesía plástica. Y ahí comenzó todo, y se fue complicando y complicando; se complicó más con el experimento lingüístico, que no me lo propuse, luego no lo pude evitar y al fin lo seguí hasta un extremo dentro de mis posibilidades. Además se complicó, y a la vez se simplificó desde un punto de vista estructural, con la mitología náhuatl que me sirvió de andamiaje del libro, así como al Ulises de Joyce le sirvió de andamiaje la Odisea de Homero”.
De José Trigo a Palinuro de México transcurren casi diez años. Con ella gana Del Paso el Premio de Novela México en 1975, pero la primera edición no será mexicana sino española, de Alfaguara, en 1977, y se publicará en Joaquín Mortiz hasta 1980, en un hermoso tabique de casi 650 páginas que mostraba, en la portada, un dibujo surrealista realizado por el escritor. En ella se integran varias experiencias personales: la enfermedad, primero, un cáncer del que se sobrepone; su paso por las agencias de publicidad; el cambio de residencia de la Ciudad de México a Londres; la lectura de autores como Cyril Connolly y Laurence Sterne, con el aporte de este último del humor; y el movimiento estudiantil de 1968, en el contraste de la fiesta juvenil (como retrato de la atmósfera contracultural de los años sesenta) y la tragedia vivida por la represión gubernamental.

Castillos en el aire

El tercer gran momento fue Noticias del Imperio, de 1986, inmediato best seller, que amplió su espectro de lectores, acaso ceñido hasta entonces a los asiduos a la literatura más experimental (lo que en el medio se conoce como un “escritor para escritores”) y generó incluso una cadena de premios y traducciones. Sobre ella escribió, precisamente, José Emilio Pacheco, un significativo Inventario, en el que apuntaba: “Noticias del Imperio no esta hecha nada más para ser leída: está hecha para ser habitada semanas y aun meses enteros. Si sus ejes geográficos son dos de las grandes ciudades del barroco arquitectónico, Viena y México; si el modelo de su prosa son las grutas de Cacahuamilpa, donde Carlota encontró el perfil infernal de Dante; el dibujo que esta novela recorta contra la tempestad de la historia es la silueta de un castillo”.
La base de la obra está ahí, mas el resto, como ya se dijo, no es poco. Entre otros títulos está su poesía, recopilada en 1997 por la Editorial Vuelta como Sonetos del amor y de lo diario; el teatro en verso: La muerte se va a Granada (1998); o el ensayo literario, con Viaje alrededor del Quijote (2004); o su work in progress: Bajo la sombra de la historia: ensayos sobre el Islam y el judaísmo (2011), del que se ha publicado un primer volumen.
Así llega Fernando del Paso a sus ochenta años de vida. En su discurso en Mérida, como carteándose con José Emilio Pacheco, dijo: “Lo que te puedo y quiero decir ahora es que estoy viejo y enfermo, pero no he perdido la lucidez: sé quién soy, quién fuiste y sé lo que estoy haciendo y lo que estoy diciendo. Lo único que no sé es en qué país estoy viviendo. Pero conozco el olor de la corrupción. Dime, José Emilio: ¿A qué horas, cuándo, permitimos que México se corrompiera hasta los huesos? ¿A qué hora nuestro país se deshizo en nuestras manos para ser víctima del crimen organizado, el narcotráfico y la violencia?”

Abril 2015

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