miércoles, diciembre 02, 2015


El Premio Cervantes a Fernando del Paso

Hoy ha venido el mensajero a traernos noticias del Cervantes, el Premio Miguel de Cervantes, considerado el Nobel de las letras en español, otorgado en España a Fernando del Paso (Ciudad de México, 1935), un autor en cierta forma atípico de la literatura mexicana… Aunque muchos escritores nuestros pueden ser así definidos, como irregulares. Por ejemplo Juan Rulfo, con sólo un libro de cuentos y una novela; o Juan José Arreola, que tiene en su haber también una sola novela más cuatro libros de prosas o relatos… La escritura en Rulfo y Arreola de pronto se interrumpe, y se abre, ante ellos y ante sus lectores, un abismo. En eso coinciden.
La irregularidad en Del Paso es distinta. Comienza a publicar a finales de los años cincuenta, cuando Arreola le edita Sonetos de lo diario en la colección Cuadernos del Unicornio. Por ese tiempo escribe dos cuentos: “El estudiante y la reina”, aparecido en La Palabra y el Hombre, revista de la Universidad Veracruzana, y “La cama de piedra”, que envía a Colombia para El Espectador o El Tiempo, de Bogotá, Colombia, mas no se sabe si eso ocurrió (si alguno de esos diarios imprimió el relato) y el autor perdió el original. Parecía caminar de modo previsible: del poema al cuento, del cuento a… Sólo que el tercer cuento, la historia de un personaje que camina por los campamentos ferrocarrileros con un pequeño féretro blanco al hombro, seguido por una mujer embarazada que va recogiendo girasoles silvestres, se le convierte en nouvelle, primero, y luego en un ladrillo que le llevó casi diez años de escritura, editado por Siglo XXI en 1966 bajo el título de José Trigo.
Se valoró esa primera novela por dos cosas. Primero, por lo que contaba: el desarrollo del movimiento ferrocarrilero de 1958-1959, con pasajes referidos a la guerra cristera, lo que se transformaría en Del Paso en un interés constante por revisar la historia patria. Después, por la forma literaria múltiple con la que el autor había acometido esa empresa, y que recordaba al Ulises de James Joyce… También se notaba la influencia de William Faulkner; y el “José” y el “Trigo”, parecían ecos claros del “Pedro” y el “Páramo”. Hay incluso una heroína, Eduviges, que acaso viene directamente de Juan Rulfo… Lo rulfiano, lo joyceano y lo faulkneriano se mezclaban para transformarse en un artefacto narrativo original y poderoso, gracias a una diestra prosa mexicana, casi escrita en caló chilango, que juega constantemente con las palabras.
Luego de esa incursión desbordante, se esperaba algo más de Fernando del Paso… pero el libro siguiente tardó en llegar. Del Paso ya no vivía entonces en la Ciudad de México, sino en Londres; y Palinuro de México tuvo un arranque forzado, porque fue premiada en México por la Editorial Novaro en 1975, que no consideró viable su publicación (quizá por tocar el tema aún fresco del movimiento estudiantil de 1968); se editó en España, en Alfaguara, en 1977… y hasta tres años después logró circular por las librerías mexicanas, gracias a la edición de Joaquín Mortiz de 1980.
El armado de la obra de Fernando del Paso fue, así, de cocido lento. En Palinuro de México se mantenía el modelo joyceano, incluso al insertar una obra de teatro en la parte final de la novela, pero los referentes literarios se expandían… y el libro se concentraba, a la vez, al tocar el autor asuntos autobiográficos. Por su carácter caleidoscópico, representaba muy bien el espíritu contracultural de los años sesenta, década en que los jóvenes fueron protagonistas de la historia. Los pasajes más hermosos de la novela son aquellos que refieren los encuentros entre el protagonista y su prima Estefanía, capítulos de alto valor erótico.
José Trigo era una pirámide verbal; Palinuro de México simulaba una navegación, una deriva… La tercera novela de Fernando del Paso, Noticias del Imperio, publicada en 1987, veinte años después de la primera y diez después de la segunda, fue un gran castillo, como el de Bouchout, en el que vivió Carlota de Habsurgo sus últimos días, como el de Miramar, de donde partió ella con Maximiliano hacia su experiencia mexicana, como el de Chapultepec, donde vivieron… De nuevo atraía al escritor un asunto de la historia; y también, otra vez, el ejercicio valía tanto por lo que contaba como por el modo como era contado. Muy pronto, el monólogo de Carlota, que ata todas las historias, fue considerado como semejante al monólogo de Molly Bloom. Lo joyceano siempre estaba ahí; pero también otras cosas. La investigación sobre el Segundo Imperio fue titánica; Del Paso lo buscó todo, lo supo todo. Y lo contó todo.
De ser una rareza, un autor para escritores, como suele decirse, con Noticias del Imperio se convirtió Del Paso en un best seller, aunque no mucho de esa fama repentina apoyó sus títulos anteriores, que siguen siendo considerados (aunque no sea cierto) de lectura difícil y como para iniciados.
Su trabajo ha visitado esos dos frentes: la historia y la palabra, cuidando ambos flancos. El cuerpo central está ahí, en esos tres novelones; y el resto ha sido sólo buena literatura: insistió en el poema con Sonetos del amor y de lo diario (1997), trabajó un prosemario extraordinario que es Castillos en el aire (2002), incurrió en el teatro versificado con La muerte se va a Granada (1998) y en la novela policiaca con Linda 67 (1995), se paseó como erudito cervantista en Viaje alrededor de El Quijote (2004) y le devolvió la voz literaria a Juan José Arreola, habilitándose como su amanuense, en Memoria y olvido (1994)… Aun ahora, a los 80 años, tiene la meta titánica de concluir el tomo segundo de su Bajo la sombra de la historia, y en verdad ha sido esa, la historia, arropado además por la palabra (en su ejercicio barroco), la sombra que le ha dado cobijo y lo seguirá protegiendo.

Noviembre 2015

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